miércoles, diciembre 04, 2013

Tránsito en Barajas

El vuelo de Air Europa aterrizaba en Barajas, con una hora de retraso, sobre las 13:45, a priori tendríamos una hora y veinte minutos antes de la salida  del vuelo hacia Gran Canaria. Atrás quedaba el largo viaje desde La Habana y el retraso en la salida debido básicamente  a la lentitud del embarque en la terminal 2 del aeripuerto José Martí al estar en obras la 3. No había pasarela o finger, y  ante la lluvia optaron por cubrir los escasos metros hasta el avión con la única guagua disponible.

La gran mayoría del pasaje miraba sus relojes, calculando el tiempo que tenían para el tránsito al siguiente vuelo. De nuevo con guagua, sin pasarela. Cuadró de tal forma que al subir de los últimos, nos quedamos junto a las puertas y salimos de los primeros rápidamente al control de pasaportes. Éste fue eficaz, con varias colas que aceleraban el proceso. La ineficacia vendría después. Siguiendo la ruta de tránsito hacia las  zonas C, D, etc. del aeropuerto de Barajas se nos presenta un control de seguridad donde sólo funciona un escáner, y retumba el  seco acento castellano de quien organizaba la cola. 

Vienes de un vuelo para el que has pasado un control de seguridad, y vuelta a empezar. 

No me encajaba  que con un escáner puedan dar salida al par de centenares de pasajeros en tránsito que acabamos de entrar, pero no había tiempo par quejarse. Tras el control  se ve una guagua que acaba yéndose, antes de ser capaces de superarlo. En el control además retiran todos los líquidos aunque vengan precintados del duty free  del aeropuerto de origen (adiós mermelada de guayabo, adiós botito de miel). Sabes que no puedes argumentar, se limitan a repetir como un mantra el manual  de las normas de falsa seguridad que nos aplican, y además hay un vuelo que coger. ¿Por qué se convierten de repente en peligrosos  esos productos con los que he cruzado el Atlántico? 

Por fin pasamos el control, pero no hay guagua a la espera. Me pongo a hacer cola junto a la puerta  porque el tiempo se recorta. Ha pasado una media hora desde que tomamos tierra, mientras se sigue oyendo al personal retirar los líquidos "peligrosos" al resto. Sorprende la lentitud del control, la gente mira sus relojes, no llegamos. Por fin  llega una guagua, son las 14:22, nos quedan poco más de 35 minutos. Otros ya se resignan a que no llegan, "Mi vuelo ya debe haber salido".  

Parece que hay cambio de chófer, se sube el nuevo, con tranquilidad se pone el chaleco reflectante, mientras decenas de ojos esperan a que abra  las puertas. Detrás muchos aún sufriendo la lentitud del recontrol de seguridad. De repente el chófer se baja, y sin prisa accede por una puerta  vecina a nuestra sala. Alguien dice: "Oiga, que perdemos el vuelo", la respuesta mientras se encoge de hombros "¡A mí qué!  el horario de salida es a las 14:30". Muchos iríamos caminando pero no se nos indica la forma. En hora, a las 14:30, abre las puertas. Por supuesto  que la guagua no tiene capacidad para todos los que esperamos (y menos mal que muchos aún hacen cola en el control).  Apelotonamiento en la guagua. Resulta bochornoso darse cuenta de que hayan sido necesarios 45 minutos simplemente para desembarcar y acceder a la guagua que nos traslada a la  terminal vecina. Si es así siempre, funciona fatal.
 
El trayecto era corto, lo sabía y es lo más irónico. En poco más de 5 minutos estamos ante la puerta de embarque e incluso hay tiempo de pasar por el aseo. Supuestamente faltan algo menos de 30 minutos para despegar. Nos ha cuadrado, pese a la parsimonia. Otros tendrán que esperar horas hasta el siguiente enlace, un detallito tras la paliza del vuelo intercontinental. 

Ya sentado en el avión, veo por la ventanilla incluso que llega la maleta a tiempo. ¡Estupendo! Parece que ya estamos todos. Pero no, preguntan un par de veces por dos pasajeros. Tras media hora el comandante indica que no se han presentado dos pasajeros  y deben localizar sus maletas. "Lamentamos los inconvenientes". Para finalizar una hora de retraso en la salida, y sin  ningún detalle (léase zumito, vasito de agua, ...) con los pasajeros que allí esperan. Todo sea por fidelizar clientes.

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