lunes, diciembre 17, 2007

Chiloé

No debo sorprender a nadie si digo que Chile es un país largo, largo. Sin embargo, si aún no han tenido la suerte de conocerlo, al menos un poquito, quizás suene Patagonia, Santiago, Isla de Pascua y Atacama. Pues no, como es lógico, hay mucho más, y me limitaré, sobre todo para mí mismo, a recordar algunas sensaciones en la isla de Chiloé. Conectar en guagua desde Puerto Montt, desde donde salen muchos viajeros hacia Patagonia, con la isla no es difícil. (y además eficaz, ya saben que soy un pesado con las guaguas, pero toda mi experiencia por allá fue confortable.

Tras no elegir la capital Castro (sin ningún motivo) como destino, y llegar a Ancud, y conocer a Mirta, que ya junto a la estación me propuso conocer su casa de huéspedes Austral, me puso al día de las opciones que tenía en mi escaso tiempo en la isla: las pingüineras de Puñihuil, Quetalmahue, el curanto (plato combina carne y marisco), ... Faltó poco tiempo para que me dispusiera a comenzar el camino por la playa en dirección a Quetalmahue, siendo hijo de gallego de mar tardé poco en encontrar semejanzas con Galicia, luego supe que los conquistadores la quisieron llamar así.


Al viajero que pase cerca de aquella zona le recomiendo una visita pausada a la isla, aún con un turismo incipiente alejado de las masas, lo que la hace aún más interesante. Eso sí, dado que probablemente Puerto Montt es un punto de casi seguro, si el cielo estuviera azul acercarse a Puerto Varas a contemplar la sierra al fondo, el lago Llanquihue y el espectacular volcán de Osorno que surge de él, en la zona que inmigrantes alemanes colonizaron en el siglo XIX.



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