martes, febrero 16, 2010

Maratón del Meridiano 2010



Y de repente estábamos en El Hierro para lanzarnos, al menos en mi caso, a la primera carrerita del año, la Maratón del Meridiano. Por una u otra razón no pisaba la isla desde 2001, así que la ilusión por verme recorriendo aquellos paisajes, junto a sensaciones físicas y sudor, prometían un disfrute para los sentidos acompañados de la conocida hospitalidad de los organizadores, a la que desde aquí agradezco por su gran trato.

Llegados al aeropuerto, con la eterna pregunta del porqué aún con precio de residente, es más económico viajar a Europa que a la isla herreña, las caras de los recién llegados eran de cierta duda sobre la hora en que la guagua pasaría a recogernos. Admito mi torpeza en no haber encontrado, si estaba, la información en la página de la prueba, pero parece que ninguno de los que llegamos en ese momento lo tenía claro. Si la información no estaba en la página, bien pudiera ser ésta la única pega a la excelente organización. Más tarde, ya en Frontera, la información siempre fue completa. Bien es cierto que pocas eran las obligaciones y amenas las charlas por lo que no era una situación desagradable.

Del grupo que nos habíamos juntado: Estrella, Carolina, Iñaqui, Miguel y quien escribe, creo que fue a Estrella a quien se le ocurrió preguntar si quedaba algún cochito de alquiler, y por casualidad pillamos el que probablemente era el último. De esta forma nos dirigimos hacia Frontera, con las ganas de aprovechar un poquito la tarde, y la comodidad de saber que tendríamos transporte para acercarnos por la mañana desde las Puntas a la salida. Habíamos reservado dos apartamentos en los apartamentos Caribe ya en diciembre, y esa misma semana había llamado para confirmar a la "señora". Y los escribo entre comillas porque al llegar a Las Puntas y contactar con la susodicha descubrimos que no era alguien de fiar, no se le ocurre mejor cosa que decirnos que pensaba que veníamos el día anterior, y que como aparecieron otros compañeros, ese día anterior, pues para ganarse unos euros extra nos dejó tirados. Impresentable, no se fíen de las reservas que hagan en los apartamentos Caribe. Tuvimos suerte y preguntando por la zona, acabamos encontrando una casita donde nos pudimos instalar apretaditos, y de la que guardaremos buen recuerdo excepto por los ronquidos de alguno ;).

Tras pasear esa tarde, recoger el dorsal junto a la botellita de viña Frontera, acudimos a la estupenda cena de la pasta ofrecida por la organización donde el ambiente presumía lo que sería el día siguiente. Para un novato en la prueba, habiendo oído hablar de su fama de dura, hablaban del aumento de dureza con la primera subida. En mi cabeza, me imaginaba dos subiditas estilo San Pedro, y una tercera desde la ermita de unos diez kilómetros donde esperaba poder trotar un buen rato antes de acometer un descenso vertiginoso.

Ya de mañana, todo era expectación y saludos a las caras conocidas. Las ganas por empezar eran muchas, y poco después de las 8:30 se daba la salida neutralizada. Ya en la pista del canal hubo un reagrupamiento. La salida no la tomaba Estrella que decidía no machacarse por los problemas en la espalda. ¡Ya teníamos fotógrafa!

Segundos antes de la salida, eran muchos los que hacían sus aguas menores, y entre ellos unos cuantos quienes lo hacían sobre el muro de la casita allí situada. ¡Qué más les daría hacerlo algo alejado de la vivienda!

Y arrancaba la prueba, dos kilometritos de pista antes de empezar la primera ascensión. Una buena pechadita donde me iba dejando llevar por el ritmo de Iñaqui, adelantando a quienes habían comenzado algo más adelantados pero subían más tranquilos. El paisaje cambiaría en pocos kilómetros para entrar en una espectacular zona de laurisilva, por pequeños senderos, donde había que cuidar el posible impacto de la cabeza con las ramas, pistas y más senderos. La subida se convertía en una cómoda pista por la que se trotaba alegremente, a la vez que descubría que la riñonera se movía mucho más de lo que había notado probándola. Iñaqui se alejaba, si bien en la rápida bajada hacia Sabinosa volvimos a estar unos segundos próximos para intercambiar impresiones. Minutos antes de llegar a Sabinosa escuchamos la salida de la prueba corta, lo cual suponía que encontraríamos mucho tráfico en la subida hacia La Dehesa. Así que me planteé que me lo tomaría más tranquilo pensando en guardar fuerzas para la subida posterior a Malpaso. llegábamos a Sabinosa alrededor de una hora y cuarenta minutos tras la salida. Una sorpresa ver a Yami, y poquito después estaban Diana y Estrella a las que cogimos algo despistadas con la cámara, Iña sin foto, y yo de espaldas ;)



Comenzaba la segunda subidita y como me había imaginado, mucha gente en el camino, así que a mi ritmillo iba pasando cuando fuera posible. Allí estaba Patri del Trivalle, a la postre tercera en su categoría, y me pasaban algunos maratonianos, entre ellos el clásico Paco. La llegada a la zona alta permitía contemplar el paisaje de muros y la hilera de corredores en busca de su meta. Enormes, vistas, una pena la calima, ya que el día anterior fue mucho más claro, pero disfrutando la carrera, bebiendo y saboreando las estupendas piñas, y otros manjares. Una zona divertida, de senderos que nos lleva hacia las sabinas. Afortunadamente el viento era escaso y la temperatura agradable. Poco a poco nos íbamos acercando a la ermita de Nuestra Señora de los Reyes. Poco antes de llegar, distinguía la camiseta de Adela, que finalmente ganaría la distancia corta en categoría femenina. Sería en la ermita donde pude saludarla. He olvidado del tiempo que llevaba, pero creo que rondando las tres horas.

En ese momento, me imaginaba con posibilidades de no superar en mucho las cinco horas en meta. Había podido comer, y las sensaciones eran de disfrute. Lo que no esperaba es que la subida tras la ermita fuera de la dureza suficiente como para impedirme intentar trotar. Decidí pues, esperar a zonas más cómodas, y me marcaba liebres entre los que marchaban por delante para intentar ir superándolos. Ahí descubrí lo bueno que era el ritmo de Adela, a quien no conseguía alcanzar en la subida, mientras íbamos superando participantes. Quizás me equivoque, pero creo que hasta la meta nadie me pasaría. De esta forma, a cierta distancia la seguía, sin encontrar compañía estable. A Iñaqui me había dejado atrás ya en la subida desde Sabinosa así que le imaginaba a buen ritmo.

La subida me dejó poco margen para el trote, o quizás simplemente las fuerzas eran ya menos, y el cuerpo estaba cansándose de mis historias. Superamos poco a poco los kilómetros, coincidí con Francisco, el hermano de Freya, poco antes de Malpaso, para luego comenzar la zona más favorable, con la ilusión de poder hacer a más velocidad los últimos cinco kilómetros de bajada. No sería hasta que comenzamos a descender de Malpaso cuando pude dar caza a Adela, y sólo porque le apretaban los zapatos ... Algo de calorcito se hacía notar, pero los abundantes y numerosos avituallamientos apenas daban ocasión de tenerlo presente. Está claro que se puede participar sin riñonera, o con algo mínimo. Las cinco horas las cumplía poco antes de ver el cartel de los 6 kilómetros a meta. Aún me imaginaba poder hacer un descenso rápido y cómodo hacia meta y rondar las 5 horas y media.

Por fin llegaba el descenso de San Salvador. Una piconera y grandes vistas daban paso a un zigzagueante sendero entre vegetación que permitía trotar y animaba a seguir. Frontera se veía bien abajo, pero esperaba que los cuadriceps no protestaran. Comencé a talonar, contar pasos, para estimar lo bien que avanzaba el kilómetro y pronto me dí cuenta de que la cosa estaba peluda y que el avance era, dada mi torpeza y las características del sendero, bastante lento. El primer kilómetro estimé unos nueve minutos, ¡y trotando! Paciencia que se dice. Pocos encuentros en ese trozo hasta ya estar cerca de Frontera, donde quizás hubo un par de zonas más pedregosas y para mí antipaticonas. El final se acercaba, pero el paso de los kilómetros seguía lentito. Poco antes del asfalto, distinguí una camiseta amarilla que me parecía la de Iñaqui. Parecía estar también "encantado" con la bajada. Ya en el último kilómetro, su correr me confirmaba que era Iñaqui, pero veía dificilillo, poder echarle mano para entrar juntos. Tras la pendiente pronunciada de asfalto, llegábamos a la calle principal, y allí estaban Estrella y Diana esperándonos poco antes del desvío hacia la plaza, donde entramos casi en grupo cuatro corredores, con Iñaqui destacado, rondando las 5 horas 50 minutos, cansaditos pero pensando en las cervecitas para recuperar.

Muy buen ambiente en la plaza esperando a quienes llegarían más tarde, tras cubrir los kilómetros de una dura, espectacular y acogedora prueba. Todo el grupo llegó bien y nos daríamos un pequeño homenaje en forma de cena esa misma noche.

¡Felicidades a la organización!

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lunes, febrero 08, 2010

Maratón de Gran Canaria


Enlace a las fotos que hice durante la Maratón de Gran Canaria 2010.


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